• Una ruta gastronómica por El Bierzo, es una forma estupenda de conocerlo. La base de la gastronomía son los productos de una comarca que cuenta con siete sellos de calidad: el vino, el pimiento asado, el botillo, la manzana reineta, la pera conferencia, la castaña y la cecina, este último para toda la provincia de León. El cocido berciano, el botillo del Bierzo, la empanada berciana, el chorizo ahumado, la cecina y la morcilla de cebolla son, junto con el bacalao, parte de la oferta gastronómica más significativa. En lo que se refiere a productos hortofrutícolas, manzanas reinetas, cerezas, peras, pimientos asados y castañas completan un amplio abanico de posibilidades. De la repostería de El Bierzo, destacar dulces como los almendrados, roscas, roscones, tartas de castaña y de manzana, castañas en almibar… Los vinos de la Denominación de Origen Bierzo, tienen en la variedad Mencía, su máximo exponente por su personalidad y elegancia.
• El Valle de Balboa: El valle de Balboa es el más occidental de los cuatro que componen la comarca leonesa de los Ancares, que en 2006 fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.  Además de su paisaje, destacan sus Pallozas, su iglesia y su Castillo. El pueblo de Balboa es el punto de partida de interesantes rutas de senderismo a Cantexeira, Castañoso, y a la Fuente de la Oliva. En verano se puede disfrutar de su playa fluvial. Para la fiesta de San Juan, se celebra su noche Celta. Comienza tu recorrido en la Casa de las Gentes, un espacio cultural –junto al río Balboa y la palloza– que abrió en 2010 y funciona como Oficina de Turismo. Enfrente queda la iglesia de Santa Marina, del siglo XVI, y sus dos hermosos retablos barrocos. También verás el castillo de Balboa y su torre del homenaje. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, con los Rodríguez de Valcárce. Aquí, por San Juan, se celebra la Noche Mágica, fiesta declarada de Interés Regional en Castilla y León. "La Palloza de Cantejeira o Cantexeira" se dice que es uno de los ejemplares más antiguos de la comarca, en ella podemos disfrutar además de una copa, o una buena comida de una enorme muestra de escultura fantástica y celta.

El Valle de Compludo: Es este otro valle berciano que descansa apaciblemente de las fatigas de su intensa Historia. Hoy por hoy se encuentra alejado y casi incomunicado del resto de la civilización pero en épocas pasadas fue llamado a acontecimientos clave de los que su recuerdo puede más intuirse que apreciarse físicamente. En el fondo de un profundo valle se encuentran los pueblos de Compludo (visitar su herrería), Carracedo, Palacios y Espinoso (estos tres últimos con el apellido de Compludo), donde arroyo Miera y el rio Miruelo aportan frondosidad a un bello paisaje.

El Valle del Silencio: El paisaje que nos ofrece el recorrido hasta Peñalba de Santiago, supone un gran relax para el viajero, el cual disfrutará de las cristalinas aguas del rio Oza, a través de una sinuosa carretera de montaña, dotada de una gran vegetación. Peñalba ha sido declarado conjunto histórico artístico nacional, pequeños pueblo de gran encanto, el cual conserva una extraordinaria muestra de arquitectura rural: construcciones de piedra con tejados de pizarra y toscos corredores de madera, y su iglesia mozárabe. El restaurado pueblo de Peñalba con sus casas recuperadas es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura popular berciana. Quizá fue el paisaje de estas tierras enclavadas en los Montes Aquilanos, lo que le llevó a constituirse como un centro espiritual de primer orden desde el siglo V hasta bien entrada la Edad media.

La llegada de San Fructuoso y de San Genadio fue el inicio de la profusión, primero de ermitaños y después de numerosos monasterios en sus alrededores. De aquellos tiempos son ya pocos los elementos que nos quedan en pie, pero los que hoy podemos conocer son de una gran relevancia, como lo atestiguan la grandeza del Monasterio de San Pedro de Montes, y la insólita belleza de la Iglesia Mozárabe de Santiago de Peñalba, que junto a la Ermita de la Santa Cruz y la Cueva de San Genadio constituyen los restos de un pasado que buscaba reconciliarse con Dios en unos tiempos de zozobra moral, para lo cual supieron escoger un lugar de una belleza natural excepcional.